Las 10 Conductas De Los Padres Que Entorpecen La EducaciN De Los NiñOs?
César
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Las 10 conductas de los padres que entorpecen la educación de los niños
- ESTUDIAR CON ELLOS.
- Ser padre y maestro a la vez crea conflictos y dependencia.
- RESOLVÉRSELO TODO.
- Solventar sus descuidos dificulta su maduración.
- FOCALIZAR TODO EN EL ESTUDIO.
- Hacer de la formación el eje de la vida familiar daña la relación.
Más elementos
¿Cómo influye el ejemplo de los padres en el comportamiento de los niños?
Como decía Albert Einstein, «educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única». Los niños aprenden por imitación y los primeros a los que copian en sus acciones y actitudes son a los padres y a los familiares que les rodean. Los padres, aunque no nos demos cuenta, damos ejemplo a nuestros hijos todos los días con nuestra conducta.
“El ejemplo es uno de los mejores instrumentos con que cuentan los padres para ejercer la tarea profunda y compleja de educar. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto lo rodea”, explica el Dr.
Valentín Martínez-Otero, profesor y doctor en Psicología y en Pedagogía. Si nuestros hijos notan que mentimos a menudo o que somos poco solidarios, seguirán nuestro ejemplo, Aunque les hagamos recomendaciones verbales contrarias, ellos se fijarán en nuestro comportamiento.
¿Cómo influye el padre en el desarrollo del niño?
Los padres son los principales proveedores de salud, nutrición, estimulación, oportunidades de aprendizaje temprano y protección que los bebés necesitan para un desarrollo cerebral saludable. – 21 Junio 2021 SANTIAGO/Chile, 21 de junio de 2021 – “Ser papá es el mejor trabajo del mundo, pero el más difícil también” es el lema de UNICEF este mes de junio para hablar de la importancia del padre en la crianza de niños y niñas.
La pandemia por el COVID-19 ha impuesto un escenario mucho más complejo para los padres en el cuidado de sus hijos e hijas. Pero también, el confinamiento, ha brindado un espacio de mayor presencialidad de los papás en la crianza y responsabilidades diarias de sus hijos e hijas, tales como acompañarlos en sus tareas educativas, en los horarios de comida, o participar del juego.
Los estudios indican que una paternidad activa entrega múltiples beneficios para niños y niñas ya que estos se desarrollan más sanos y mejor. Un papá comprometido y afectuoso aporta una mejor autoestima, más habilidades sociales, apoya con un mejor desempeño escolar, y entrega bienestar psicológico para los niños y niñas.
Ser partícipe del cuidado diario, la crianza y la estimulación de los hijos o hijas. Ser corresponsable de la crianza, compartiendo con la mamá las tareas domésticas y cuidados, tales como: alimentar, vestir, pasear, hacer dormir, jugar, bañar y enseñar. Estimular su desarrollo en cada etapa de su vida. Tener una relación afectuosa e incondicional. Criar de manera respetuosa, poniendo límites con buen trato. Apoyar el proceso educativo, principalmente en aquellos aspectos que se les hace más difíciles. Establecer una relación basada en la confianza, para que pueda recurrir a ti siempre que lo necesite. Compartir instancias y actividades que sean importantes para tu hijo o hija. Dar el ejemplo con prácticas y acciones positivas para su bienestar y desarrollo.
¿Cuál es el mayor error de los padres?
«El mayor error de los padres es la falta de constancia con sus hijos »
¿Qué problema familiar considera que afecta más a los niños en su educación?
El rendimiento académico evidencia lo que el estudiante asimiló a lo largo de su proceso pedagógico; así como también, la capacidad que tiene para responder a los estímulos educativos (Gardey, 2021). El rendimiento académico es fundamental en todos los procesos de enseñanza y aprendizaje, ya que permite identificar si el estudiante cumple con los estándares de aprendizaje.
- El bajo rendimiento académico es una dificultad que pasan todos los estudiantes y maestros en cualquier nivel educativo.
- Su efecto en la prensa y sociedad es evidente a partir de dos elementos: cuando el bajo rendimiento académico perturba la autorrealización profesional de los estudiantes; y, de igual manera, cuando los niveles de habilidades y conocimientos que puedan alcanzar, resultan limitados a exigencias de su práctica profesional.
El bajo rendimiento académico se puede dar por diversas causas, tales como: desintegración familiar, estilos de crianza, padres trabajadores, desinterés de los padres, adicciones, hijos predilectos, hijos no deseados, etc. Estas causas pueden ser vinculadas a variables pedagógicas y personales en cada alumna.
Problemas familiares Una de las principales preocupaciones del profesorado de las escuelas, que se hace cada vez más frecuente, es el bajo rendimiento académico que se genera en algunos estudiantes y que interviene de manera negativa en el desarrollo normal del proceso de enseñanza. En un estudio se concluye que los padres de familia quienes aportan en las actividades desarrolladas en la escuela; lo hacen de manera formal y basados en los temas tratados en clase.
Sin embargo, existe un grupo de padres de familia que no tienen disposición para realizar y cumplir con las necesidades de los estudiantes y esto hace que el rendimiento escolar sea bajo. “Cada persona es responsable de aportar con el apoyo familiar; sin embargo, la ayuda que les brindan los padres a sus hijos de alto y bajo rendimiento académico, varía de acuerdo al interés que tiene cada padre por sus hijos”, acota el estudio.
La psicóloga Cristina Gallegos (2021), afirma que las terapias psicológicas adecuadas si van a mejorar el rendimiento académico; sin embargo, son necesarios otros factores de bienestar, es decir, trabajar conjuntamente con el núcleo familiar. Lamentablemente, las instituciones no dan la importancia necesaria al entorno familiar, a pesar de que los dos están estrechamente ligados en calificaciones y rendimiento.
Por su parte, la Psicóloga Educativa, Tatiana Pesántez, maniesta que el maltrato causa graves afecciones en el desempeño académico de niños y jóvenes, pues, es un factor que impide que el estudiante alcance altos niveles de concentración, debido a que el maltrato genera alteraciones en el sistema nervios.
¿Cómo son los padres tóxicos?
Aspectos que pueden identificarte como padre tóxico pueden ser: –
Manipulas a tus hijos para que hagan las cosas que tú quieres que hagan, sin que te importe lo que piensan o lo que sientan. Si tú crees que algo es bueno, no escucharás sus deseos. Tienes un comportamiento autoritario, incluso tirano. En tu hogar se ejerce la ley de “ordeno y mando”. Si das una orden todos tienen que obedecer sin rechistarte. Eres muy e xigente con los resultados de tus hijos en cualquier ámbito: tareas domésticas, académicas, extraescolares. Nunca te parece suficientemente bueno. Tienes una actitud intransigente ante la vida. No te gustan las medias tintas, “o es blanco o negro”. Gritas, pegas, insultas, humillas a tus hijos. Maltratas física y/o verbalmente pensando que lo estás haciendo por su bien, sin pensar que solo estás dejando salir toda tu frustración interna. No piensas en su beneficio, solo en sentirte superior a él. Criticas a tus hijos sin importar si hieres sus sentimientos o no. Les criticas duramente pensando que así espabilarán, pero en realidad solo les estás haciendo una gran herida emocional. También criticas a sus amigos, su forma de ser, sus logros todo lo que tiene que ver con tus hijos. No te fijas en lo que hace bien, solo en lo que hace mal. Antepones tus necesidades a las de tus hijos con una actitud egocéntrica y egoísta. Culpas y responsabilizas a tus hijos de tus propios fracasos o frustraciones, Tienes explosiones de ira porque no eres capaz de tener una buena gestión emocional. Cuando tus hijos repiten tus conductas les culpas de que tu ira es por su comportamiento, cuando en realidad eres tú quien decide explotar. Tus hijos aprenden de lo que ven en ti, no puedes pedirles que hablen sin gritar si están acostumbrados a escuchar gritos en casa todo el tiempo. Quieres que tus hijos cumplan tus sueños incumplidos. No te importan sus aspiraciones ni sus deseos, solo les obligas a hacer lo que crees que es lo correcto. Eres excesivamente protector proyectan en sus propios hijos sus sueños, sus anhelos, sus fantasías Si tus hijos se muestran felices te sientes celoso y tu comportamiento enturbia el ambiente en casa solo porque tú no sabes disfrutar de momentos lúdicos o en felicidad con uno mismo.
¿Que les sucede a los niños que no reciben afecto?
Mi niño Actualizado a: Viernes, 30 Diciembre, 2016 13:23:07 CET Las principales consecuencias de la carencia afectiva en niños es el miedo y la desconfianza. Desconfianza y miedo. Son las consecuencias principales de la carencia afectiva y de apego en el niño. También puede producir rabia, frustración, vergüenza, inestabilidad, angustia, tristeza, desasosiego, etc.
“Nos podemos encontrar a niños que por miedo al aislamiento y al rechazo social tienden a agradar a los demás por encima de todo, adaptándose a sus necesidades sin valorar las suyas propias, desconfiando de sus gustos y apetencias, hasta el extremo de no haber formado su propio criterio”, explica Patricia Gutiérrez Albaladejo, psicóloga del Centro TAP.
Tratamiento Avanzado Psicológico, En el extremo contrario hay niños retraídos, aislados, con bajas habilidades sociales que buscan pasar desapercibidos. “De nuevo, la emoción que impera es el miedo. Miedo al rechazo y a la decepción. No se fían de los demás porque les pueden dañar, se muestran a la defensiva y llegan a mostrar alta irritabilidad y estallidos de ira”.
- Las consecuencias de la falta de afecto sobre el niño y el adulto tienen impactos diferentes,
- Gutiérrez señala que existe mayor vulnerabilidad en la etapa infantil porque estamos formando lo que será nuestro sistema posterior de interacción.
- Si como adultos en un momento determinado sentimos soledad afectiva sabemos qué mecanismos poner en marcha para que esta situación tenga el menor peso sobre nuestras vidas.
Conocemos cómo resolverlo, cómo buscar relaciones afectivas sanas, cómo mejorar y cómo avanzar para dejar atrás esta situación. Incluso somos capaces de identificar de donde viene el malestar”, destaca la psicóloga. “Cuando somos niños -continua- nuestra toma de decisiones es menos eficaz, por la propia evolución a nivel cognitivo, así como por la propia experiencia vital.
¿Qué actitudes dañan la unidad familiar?
No les tratas como se merecen – Cuando digo que no les tratas como se merecen, me refiero a que:
Les gritas o les dices malas palabras Abusas de los castigos No les muestras afecto y no saben qué es sentir amor por tu parte Les das órdenes sin que entiendan por qué No tienes en cuenta sus sentimientos No respetas sus emociones ni sus pensamientos Les manipulas según tus beneficios propios y egoístas No les dedicas tiempo de calidad
: Actitudes tóxicas que destruyen un vínculo familiar sano
¿Qué es el Síndrome de Alienación Parental?
La alienación parental consiste en las conductas que lleva a cabo el padre o la madre que tiene la custodia de un hijo o hija, e injustificadamente impide las visitas y convivencias con el otro progenitor, causando en el niño o niña un proceso de transformación de conciencia, que puede ir desde el miedo y el re- chazo,
¿Cómo afectan los problemas de los padres a los hijos?
Alba (nombre ficticio) tenía 14 años cuando de repente dejó de hablar. Sus padres no sabían por qué, hasta que con la ayuda de un psicólogo descubrieron que la adolescente había contemplado una escena de violencia del padre contra la madre. La chica tenía un vínculo muy grande con el padre, y la experiencia le dejó una profunda huella.
- Estuvo en tratamiento y en su recuperación fue fundamental conseguir -y no fue fácil- que el padre expresara su propio error y se disculpara ante la hija.
- Las discusiones de pareja son inevitables en cualquier familia, pero es importante gestionarlas de manera correcta para evitar que nuestros hijos sufran las consecuencias.
Bien llevadas, se convierten en una oportunidad pedagógica; en caso contrario pueden ocasionar daños emocionales y psicológicos que afectarán a su vida adulta. “No somos conscientes del daño que podemos hacer al niño”, sostiene Silvia Álava, especialista en Psicología Educativa y Familiar.
Lo primero es el modelo que el niño está aprendiendo: en lugar de resolver los conflictos de forma afectiva y explicar las cosas con educación, aprende uno agresivo donde priman las discusiones e incluso las faltas de respeto”. Pueden normalizar esa conducta y reproducirla no solo en casa sino en la escuela y a lo largo de su vida futura.
Los padres son sus figuras de referencia y su primera línea defensiva; ver que no se respetan puede provocarles inseguridad tanto en el ámbito familiar como personal, baja autoestima y otros problemas como falta de concentración, fracaso escolar, dificultad para controlar sus propias emociones y facilidad para frustrarse ante cualquier inconveniente.
- En muchas ocasiones, los hijos suelen tener una actitud mediadora para que el conflicto desaparezca, cuenta Juan de Haro, psicólogo clínico y terapeuta familiar del centro CISAF, en Madrid.
- Al principio esto genera un efecto de freno en los padres y facilita su reconciliación.
- Pero conforme la relación se deteriora y aumenta la frecuencia de las discusiones, llega un punto en que los hijos ya no son capaces de frenarlas, y eso puede producirles una sensación de culpa e indefensión.
“Es un proceso sutil y silencioso; intentan huir de ese malestar, pero lo que ocurre es que se hace más interno. Pueden experimentar miedo, desmotivación, trastornos de ansiedad y depresión Además hay que tener en cuenta que la depresión en los niños se asocia con irritabilidad y se vuelven menos expresivos; comunican menos lo que sienten y eso hace que estas depresiones pasen con mucha frecuencia inadvertidas”.
- Aunque las discusiones afectan a los hijos por igual, se pueden manifestar de distintas maneras en función de su edad, sexo o de la propia personalidad del menor.
- La edad es importante.
- Un niño trata de ser leal tanto a su padre como a su madre y quiere que se reconcilien; en la adolescencia el hijo va formando su propia opinión y sentido de la justicia, con lo que es frecuente que se encuentre en un bando o en otro.
Es un factor de estrés extra para el hijo”, cuenta De Haro. Álava, por su parte, señala que “los niños más inhibidos pueden estar más callados y generarles más inseguridad; con otros, en cambio, pueden darse más problemas de conducta, como cuando son más pequeños: pegar, gritar, llorar Y al crecer, pueden aparecer problemas de tipo emocional”.
- A una conclusión similar llega un artículo de los profesores Gordon Harold y Ruth Sellers, de la Universidad de Sussex (Reino Unido), según el cual los niños suelen manifestar estos efectos adversos a través de problemas de comportamiento, mientras que las niñas se implican más emocionalmente.
- El ensayo, publicado en el Journal of Child Psychology and Psychiatry, concluye que los menores expuestos al conflicto pueden experimentar problemas de sueño, una mayor frecuencia cardíaca y tener desequilibrios en las hormonas relacionadas con el estrés desde una edad tan temprana como los seis meses.
Tampoco hace falta que el conflicto sea fuerte: si los niños viven peleas menos intensas pero por un periodo continuado, pueden desarrollar los mismos problemas. Si los niños viven este tipo de relación desde pequeños, pueden llegar a pensar que es normal, lo que hará que en un futuro confíen menos en las relaciones de pareja.
Cuando el niño crece se da cuenta de la situación en la que vive y la imagen que tiene de sus padres puede cambiar. “En ocasiones, cuando esto ocurre en la adolescencia, pueden incluso reaccionar de forma agresiva contra los padres, a causa de las emociones que viven y no entender por qué sus padres tienen que estar todo el día discutiendo”, reflexiona Álava.
Si esto sucede, la separación de la pareja puede ser incluso beneficiosa para el menor, “siempre y cuando desaparezcan las discusiones. Si se separan pero estas siguen, y se descalifica incluso al otro progenitor (que si tu madre esto, que si tu padre lo otro), o se usa al niño para atacarse mutuamente, flaco favor le hemos hecho, porque ahora ni tiene la estabilidad de la familia ni le hemos librado de ese círculo de discusiones y malas formas”.
Hay determinados temas que es mejor hablarlos sin los niños delante, Ellos pueden ver si los padres no están de acuerdo en pequeños temas de la vida cotidiana, pero no en aquello que afecte a su educación o cuando sean asuntos más complejos de pareja. No desautorizar nunca al otro progenitor, porque eso le da al hijo un poder que no ayuda en su educación. Las desavenencias han de aclararse en privado. Si, por ejemplo, el niño ha tirado la leche en la mesa y el padre, que estaba irritado, le castiga un mes sin ver la tele, la madre no debe desautorizarle sino hablar con él a solas y decirle “te has pasado”. Entonces debe de ser la misma figura paterna, y no la madre, la que rectifique ante el hijo. Si a pesar de todo los padres discuten delante de ellos, es importante que se reconcilien explícitamente delante de los hijos, que tengan un gesto de cariño y de respeto. Así no se daña la autoestima del menor y este aprende que si sus padres se equivocan, él también puede hacerlo, y sobre todo aprender del error. No generalizar : hablar del hecho concreto y evitar caer en el error de “es que siempre” Expresar los sentimientos y las emociones que nos ha causado el comportamiento de la otra persona, o lo que ha hecho, sin gritar ni elevar el tono de voz. Intentar mantener un punto de vista constructivo entre los dos, No buscar el culpable, sino tratar de ver cómo podemos solventar el conflicto. Evitar el silencio, Las cosas no se arreglan solas, y callarse no suele ser una buena solución porque el malestar no desaparece. Eso sí, hay que elegir el momento adecuado para hablar. Es mejor no hacerlo cuando estamos atrapados en una emoción muy intensa y creemos que podríamos decir algo de lo que nos podemos arrepentir. Comunicarse de forma asertiva, reconociendo que la otra persona puede tener un punto de vista y unas emociones diferentes, y respetarlas. Utilizar la empatía, ponerse en lugar del otro. Establecer una línea roja que no vamos a traspasar, Por ejemplo: la del respeto mutuo, que siempre ha de estar ahí. Es importante que cada día haya un momento familiar, por ejemplo durante la cena, en el que el objetivo sea simplemente comunicar “tú me importas”. Un momento de diálogo y de escucha sin juicios de valor, en el que se acoge lo que cada uno dice.
¿Como debe ser el comportamiento de los padres con los hijos?
Por lo general, los padres siempre hablamos más de lo bueno que hacemos a nuestros hijos que de lo malo. Como cada fin de año, me suelo poner más reflexiva sobre las actitudes que tengo hacia mis amigos, mi familia y mi hija. Creo que es importante reconocer lo que hacemos bien y lo que hacemos mal, y a partir de ello emprender oportunos y necesarios cambios, en favor de una buen convivio con nuestros hijos ¿ Qué podemos hacer de malo a nuestros hijos? Te mostramos cuáles son las malas conductas de los padres que perjudican a los niños. Estoy segura de que está en nuestras manos el bienestar de los niños, Sabemos, de sobra, cómo educarles y cuidarles. Sin embargo, ¿somos conscientes de lo malo que les hacemos con algunas actitudes y conductas? Sigue, para una reflexión, algunas formas con las que creo que los padres podemos hacer mucho daño a nuestros hijos: 1- Darles todo, absolutamente todo lo que ellos quieran 2- No tener tiempo para estar ni jugar con ellos 3- Discutir con la pareja delante de ellos 4- Prometerles algo y no cumplir con lo prometido 5- Reconocer solo a sus errores que sus aciertos 6- Exigirles conductas que tu no las tienes con ellos, como por ejemplo, decir palabrotas, ofender a los demás, no compartir 7- Ignorar a los niños.
Dejarles crecer sin límites, sin apoyo ni supervisión 8- Exigirles con demasiada dictadura, sin tolerancia ni flexibilidad, y sin dejar espacio para errores 9- Permitirles que falten al respeto a los demás y a ti 10- No enseñarles a que tengan compromisos en las tareas del hogar 11- No permitirles que traigan amigos a casa o que se vaya a la casa de sus amigos 12- Dejar que los niños vean y/o escuchen cualquier tipo de película o música.
O que estén todo el día frente al ordenador o la televisión 13- No ocuparte de los cuidados con su alimentación, higiene, de sus deberes o de sus temas 14- Negarte a contestar a sus preguntas sobre temas delicados como la muerte, el sexo, etc.15- Repetir, una y otra vez, sus errores del pasado.
- Rotularles por un mal comportamiento que hayan tenido 16- Permitir que los niños mientan, roben o engañen.
- Que peguen, muerdan o hagan daño a los demás, sin interferencia ni orientación 17- No interesarte por lo que hacen los niños en el colegio.
- No estar al tanto de las demandas de sus profesores y de las reuniones del colegio 18- Hacerles saber que no crees en ellos, ni en lo que hacen.
No felicitarles por lo bueno que hacen 19- Negarles cariño y afecto, Negarles comunicación, expresión e ilusión 20- Abusar de los niños emocionalmente, sexualmente o físicamente Hay muchas más actitudes que hacen daño a la salud y a la educación de los niños, pero hemos considerado que estas 20 son las que más perjudican a los pequeños. Muchos padres se preguntan qué cualidades deberían tener y que fuesen un modelo para sus hijos. ¿Cómo ser un buen padre y una buena madre ? ¿Qué actitudes deben tener para conseguir el bienestar de los niños? Toma nota de estas actitudes que tienen los padres y que hacen los hijos más felices: 1.
- Estar presente Es necesario que los padres encuentren un momento al día, aunque sean 10 minutos, para estar exclusivamente con los hijos.
- Charlar, contar cuentos, cantar, jugar.
- Hacer lo que sea con ellos.
- Los niños se sentirán abrazados y que son parte importante de la vida de sus padres.
- Es más, ellos aprenderán que este momento es bueno para ambos.
Y cuando los padres sean mayores, los hijos también tendrán un tiempo para ellos.2. Saber escuchar con amabilidad No es lo mismo oír que escuchar a los hijos, Es necesario que los padres se pongan a la altura de sus hijos y usen de la empatía a la hora de escuchar lo que los niños les quieren decir o contar.
La buena escucha hará con que los niños aprendan a tener confianza en los padres. Ellos deben saber que en su padre o en su madre hay un puerto seguro, un refugio adonde ellos se sienten comprendidos, seguro y a gusto.3. Crear un equipo entre todos Los padres deben saber agregar a todos de la familia.
Para ello es necesario que todos aprendamos unos con otros, que solucionemos juntos los posibles conflictos y problemas, y que haya buena comunicación, Que todos estamos en el mismo ‘barco’, en momentos buenos o no tan buenos.4. Ser flexibles y coherentes Los niños necesitan saber qué esperan sus padres de ellos.
Necesitan de padres equilibrados y con control. Para ello, los padres deben aplicar disciplina, orden y normas a las tareas y actividades de la familia. Deben coger el timón y dar una dirección. Eso hará con que los hijos confíen y se sientan más a gusto de hacer parte de esta familia.5. Ser un ejemplo Los padres deben ser un modelo de paciencia, de respeto, de tolerancia y amabilidad.
Son valores que no deben faltar en el día a día de la familia. Son valores que los niños solo aprenderán con el ejemplo de sus padres. Los niños lo ven y escuchan todo, así que mucho cuidado con lo que hacéis delante de ellos. Puedes leer más artículos similares a Las malas conductas de los padres hacia los hijos, en la categoría de Conducta en Guiainfantil.com.
¿Qué es lo más importante que los padres deben dar a sus hijos?
¡Gracias papá! – Gracias por estas palabras y este hermoso mensaje, @papavloggero, En definitiva, la presencia activa de los padres dentro de la crianza de los niños hace la diferencia. La autoestima, la felicidad, el manejo de las emociones y el desarrollo en general se ve beneficiado con una relación padre – hijo constante y activa.
- Cuando pensamos en padres, inmediatamente recordamos al nuestro; la relación con él, lo que aprendimos con su ejemplo, sus consejos ahí está la prueba de la importancia de su rol.
- En Seguros Bolívar queremos agradecer a papá por todos esos consejos que nos dan tranquilidad.
- Que estas fechas sean el mejor momento para compartir en familia y estar siempre presente.
Y que valga la oportunidad para desearles un ¡Feliz Día Papá! Publicado originalmente en junio de 2022.
¿Qué es ser un buen padre?
ORIGINALES Y REVISIONES ¿Qué significa ser buen padre? What makes a good father? Luis Manuel Estalayo Martín Doctor en Psicología, Psicólogo Clínico, Centro de Atención a la Infancia nº 5 (C.A.I. V) del Ayuntamiento de Madrid. Dirección para correspondencia RESUMEN Se defiende la necesidad de considerar la diferencia entre padre real, simbólico e imaginario que teoriza el psicoanálisis en la valoración diagnóstica de la “competencia parental”.
La ausencia de estos conceptos puede implicar valoraciones precipitadas y superficiales excesivamente focalizadas en aspectos fenomenológicos. Palabras clave: Competencia paterna. Padre real. Padre simbólico. Padre imaginario. ABSTRACT It’s supported the need to consider the difference between the real, symbolic and imaginary parent that is described by psychoanalisis in the diagnostic evaluation of the “parental competency”.
The absence of these concepts can imply abrupt and shallow evaluations which are excessively focussed in phenomenological aspects. Keywords: Fatherhood competency. Real father. Symbolic father. Imaginary father. Introducción La posibilidad de que distintos especialistas puedan valorar la “competencia parental” es muy reciente en términos históricos.
- De hecho, hasta hace poco al padre ni se le incluía en los estudios que trataban de analizar los factores de riesgo en psicopatología del desarrollo.
- Actualmente se sabe que una paternidad adecuada es necesaria para que se produzca el desarrollo de un niño “sano” y de ahí el interés público y profesional para hacer medibles, contables y evaluables los distintos aspectos relacionados con el ejercicio de una paternidad responsable.
Es precisamente la evolución histórica a través de legislaciones específicas a nivel internacional, nacional y autonómico, la que legitima a los profesionales y obliga a los padres a someterse a distintos procesos diagnósticos que pretenden valorar su competencia como padres de cara a ostentar con garantías la tutela o la guarda y custodia de sus hijos.
- Estas valoraciones se realizan en distintas Instituciones (Juzgados, Servicios Sociales Generales y Especializados, Clínicas Médico-forenses, etc.) y suelen implicar a profesionales de distintas disciplinas: psiquiatras, psicólogos clínicos, trabajadores sociales, etc.
- Dada la naturaleza de estos diagnósticos es necesario precisar aspectos instrumentales de la paternidad pero una focalización excesiva o única en los mismos puede obviar otros aspectos nucleares y determinantes de la vinculación paternofilial tales como el afecto, el deseo y la subjetividad.
No se pretende negar la importancia de los “indicadores” a la hora de valorar la competencia de un sujeto como padre. Lo que se cuestiona es una adherencia excesiva a esos indicadores que lleve a enjuiciar al otro por su grado de adecuación a un “manual” u obligarle a intentar adecuarse al mismo, casi sin escucharle.
Con el objetivo de aportar elementos de análisis que sirvan para mejorar las valoraciones que se realizan en este contexto se pretende responder a la siguiente pregunta: ¿Qué hace que una persona pueda denominarse “padre” y serlo?, o bien, ¿qué “efectos” debe producir en sus hijos un padre “suficientemente bueno”?.
El intento de respuesta a estas cuestiones se estructura en tres apartados; la reflexión se inicia con una contextualización histórica de la figura del padre; sigue con una descripción sociológica que precisa qué aspectos de esa historia siguen vigentes y cuales se han modificado sustancialmente y concluye con una aproximación psicoanalítica a la temática del padre.
- Finalmente se sugieren ideas específicas a tener en cuenta en las valoraciones que se realicen de la adecuación de un sujeto como padre.
- Padres en la Historia Hablar del término “padre” es hacerlo de una función dentro de un grupo familiar, puesto que nadie es padre sin referencia a ese grupo primario.
Y quizá sea necesario empezar con la referencia obligada a Lévi-Strauss, aludiendo a su tesis de prohibición del incesto como regla universal que permite el paso de la Naturaleza a la Cultura. Como señala Franchise Zonabend (1988) (1), la prohibición del incesto es el primer acto de organización social de la humanidad, un primer intento de establecer orden para regular las relaciones entre los sexos: “La prohibición del incesto efectúa, pues, la transición entre el estado de la naturaleza y el estado de la cultura (1) “.
- Abre la posibilidad de crearse parientes, es el mejor medio de vivir en paz con los vecinos.
- La exogamia impone una alianza fuera del grupo familiar inmediato.
- La renuncia abre el camino a una posibilidad, pero fuera del universo familiar.
- A esta regla general suele oponerse la excepción del orden faraónico, que no partía de la prohibición del incesto.
Por ejemplo, Annie Forgeau (1988) (2) explica cómo en esa sociedad la ternura que une a hermano y hermana sirven de referencia tanto a las relaciones amorosas como a las conyugales, signo de su adecuación ideal. A partir de la dinastía XVIII el término para hermana es un doblete del de esposa.
En Egipto no se encuentra limitación a la libertad de elección de los cónyuges en los textos ni es respetada en la práctica; de hecho “los matrimonios entre hermano y hermana eran frecuentes en Egipto”(2). Se pretendía mantener con ello la continuidad dinástica, salvaguardar la pureza real. Los matrimonios consanguíneos son inseparables del proceso de deificación de los reyes, en tanto que se instaura el culto a la propia dinastía, cuyos matrimonios aseguran la pureza total.
Respecto a la función paterna en este orden “incestuoso”, al padre le correspondía la tarea de transmitir a su hijo, una vez pasado el tiempo de los primeros y necesarios cuidados maternos, los frutos de su experiencia; enseñanza moral complementaria a la educación intelectual y física que recibían en las escuelas de escribas.
Los egipcios creían más en la virtud de lo adquirido que de lo innato pues creían que “nadie nace sabio”. Cualquier niño podría convertirse en un sabio con buena educación, siguiendo el modelo de la domesticación de animales, no siempre metafórico. La función del padre estaba por tanto vinculada a la moral y a la posibilidad de llegar a ser un ciudadano, sabio, aunque en el aprendizaje se tuviera que domesticar las tendencias “naturales” del hijo, utilizando distintos tipos de castigos.
Se sabe que esta función paterna se intensificó en el Imperio Romano, constituyendo un modelo que ha durado siglos. Siguiendo a Yan Thomas (1988) (3), se descubre que el padre en Roma tenía derecho de aceptar o rechazar al hijo; abandonarle era algo corriente; era un acto de soberanía doméstica absoluta, se podía arrojarle a la calle, asfixiarle o privarle de alimentos; es decir tenía el derecho de matarle por cualquier medio.
También Paul Veyne (1987) (4) destaca que el nacimiento de un romano no se limitaba a un hecho biológico, puesto que el jefe de la familia tiene la prerrogativa inmediatamente después de nacido su hijo “de levantarlo del suelo, donde lo ha depositado la comadrona, para tomarlo en sus brazos y manifestar así que lo reconoce y rehusa exponerlo” (4).
El bebé que el padre no levante, se verá expuesto ante la puerta del domicilio o en algún basurero público; podrá recogerlo quien desee. En Roma se exaltaba la paternidad como norma de buen ciudadano, como una obligación cívica. Todo el orden familiar es político: el padre como tal está investido de funciones disciplinarias que compiten con el castigo penal.
Los hijos son sólo ciudadanos de segunda clase, les falta ser sujetos de pleno derecho al estar siempre dependientes de la voluntad paterna. De hecho, en el derecho romano llama la atención que un muchacho permanecía bajo la autoridad del padre y no se convertía en ciudadano con todos los derechos más que a la muerte del padre; más aún, “su padre era su juez natural y podía condenarlo incluso a muerte mediante sentencia privada” (P.
Veyne, 1987) (4). Puede imaginarse que psicológicamente la situación de un adulto cuyo padre viviera debía ser insoportable; no podía hacer nada sin el consentimiento paterno, ni cerrar un contrato, ni liberar un esclavo, ni testar, ni hacer una carrera.
- Era una especie de esclavitud, que podría explicar en parte la obsesión por el parricidio en la época.
- Esta figura paterna asociada a Roma y a un poder prácticamente absoluto, no se ha eliminado con el paso de los siglos, dejando huellas duraderas en muy distintos lugares y en distintas épocas.
- En la época medieval, por ejemplo en Germania, Pierre Guichard (1988) (5) informa de que el padre de la casa era como un jefe natural por lo menos hasta los siglos VIII-XI; este “jefe” tendría amplios poderes como padre que incluían el derecho de vida y muerte, castigos corporales, o la venta de los hijos si fuera preciso.
Nada podía limitar el poder del padre sobre sus hijos, insistiendo incluso la Iglesia en que su única obligación era asegurarles alimentos. Imagen de padre “trabajador” bendecido por la Iglesia y con derechos casi totales, que aún no se ha desvanecido en el siglo XXI en numerosas capas de la población y en el funcionamiento mental de muchos sujetos que se creen con el derecho de llamarse padres si, tras separarse de sus parejas, cumplen con la pensión de alimentos.
A lo largo de la época feudal, este lugar del padre/hombre se vincula con claridad con el papel atribuido a la mujer, también desde el discurso de la Iglesia que la vinculaba con Eva, pecadora, desobediente, cruel, envidiosa, impúdica y débil. Este “elemento negativo de la Creación” (H. Fossier, 1988) (6) permitiría al hombre reforzar complementariamente su papel de juez y su derecho a enderezar la fragilidad tanto de su mujer como de sus hijos.
También en las relaciones familiares aristocráticas en la Francia feudal, se constata un sistema de valores apoyado en el postulado de que las mujeres son seres débiles e inclinados al pecado y que, en consecuencia, deben hallarse muy controladas. “El primer deber del jefe de la casa era el de vigilar, corregir y aún matar si era preciso, a su mujer, a sus hermanas, a sus hijas, a las viudas y a las hijas huérfanas de sus hermanas, de sus primos y de sus vasallos” (G.
- Duby, 1985) (7).
- La potestad patriarcal debía de mantenerse reforzada sobre la feminidad, porque ésta representaba el peligro.
- Charles de la Ronciere (1985) (8) describe cómo el poder del pater familias no era muy distinto en la vida privada de los notables toscanos, donde la autoridad del padre era equiparable a la del rey (“a todo el mundo se le considera rey en su propia casa”) y estaba respaldada por juristas y sacerdotes.
Los hijos deben a su padre un profundo respeto y reverencia; cualquier falta, rebeldía o negligencia podrá ser castigada directamente por el padre o por la justicia pública. Y los castigos del padre deben incluir golpes o palizas puesto que se consideraba que no podía haber una buena educación sin golpes.
Henri Bresc (1988) (9), en el estudio que realiza sobre la familia europea entre los siglos XIII-XV, opina que la obsesión de la Iglesia por prescribir conductas y prohibiciones a las familias se derivaba de su permanente preocupación por la relación que une a la madre y al hijo o también a la hermana y al hermano.
Se constata que esta obsesión eclesiástica abarca prácticamente toda la Historia de la Humanidad, no ha dejado de producir efectos en la actualidad y no es independiente del papel histórico del padre. La vinculación entre el incesto y la brutalidad como necesidad educativa es destacada también por Francjois Lebrun y A.
- Burguiere (1988) (10) en el análisis que realizan de la primera modernidad.
- En esa época, también era indiscutible que había que educar utilizando el castigo físico, aunque a partir del siglo XVI se podía transferir la severidad a otras personas si el padre debido a su afecto no podía cumplir con su deber de severidad.
Se trataba de una violencia “pedagógica”, necesaria, que partía de la doctrina cristiana del pecado original. Los niños, llegada la pubertad solían trasladarse a otros domicilios, como sirvientes o a talleres como aprendices y ahí la violencia reaparecía de forma brutal: castigos abusivos, heridas, brazos rotos que podrán dejar al niño lisiado para siempre.
Es probable que esta conducta de transferir a otros los deberes de violencia se debiera a “.la obsesión por el incesto que llevaba a los padres a distanciar a sus hijos, cuando la pubertad se acercaba, para proteger la familia de los riesgos de una sexualidad desenfrenada y peligros” (Lebrun, F.1988) (10).
Se termina esta breve introducción histórica a la reflexión sobre la paternidad, utilizando los mismos términos que la iniciaron: incesto y temor. La función histórica del padre ha estado vinculada fundamentalmente a la disciplina cuyo ejercicio, incluso violento, generaría la separación del niño del universo materno y su nacimiento a la Cultura y a la moral.
- Esta dialéctica entre incesto y temor es prioritaria en la reflexión psicoanalítica que posteriormente se propone.
- Pero antes de abordarla es preferible un acercamiento sociológico al tema para constatar la evolución actual del tema.
- Reflejos sociales actuales de la paternidad Las creencias, valores y conductas asociados a la paternidad han evolucionado sensiblemente en amplios sectores de la población en las sociedades occidentales.
En este apartado se van a considerar dos temas interconectados vinculados a la posición del padre en las sociedades occidentales actuales. Por un lado, la evolución de las relaciones familiares, siguiendo el profundo análisis de Lluis Flaquer (11) ; por otro, la incidencia específica de la sociedad de consumo en algún aspecto relevante de la paternidad.
- Evolución de las relaciones familiares El sistema de relaciones familiares de cada sociedad tiene un carácter histórico.
- Ser madre-padre-hijo-hija y demás roles familiares, no es algo determinado ni por la biología ni por ningún soplo divino, por más que algunos líderes políticos y eclesiásticos intenten convencer de lo contrario.
Uno de los cambios más importantes que han marcado la evolución de las sociedades occidentales del fin del siglo XX ha sido la pérdida de legitimidad del patriarcado. El histórico dominio de los hombres sobre las mujeres a través de la institución familiar no puede justificarse bajo ningún pretexto.
Lluis Flaquer (1999) (11) reseña distintos términos que se vienen utilizando para denominar a la familia postpatriarcal: familia postmoderna (Cheal, 1991, Singly, 1993) ; familia postnuclear (Donati, 1998) ; familia postfamiliar (Beck-Gernsheim, 1998) ; familia individualista (Singly, 1993) ; familia relacional (Singly, 1993; Donati, 1998), lo que puede dar una idea de la amplitud bibliográfica del tema.
En esta evolución, la monoparentalidad puede valorarse como la culminación de un largo proceso de eclipsamiento de la figura del padre en la constelación familiar. En este proceso Flaquer distingue tres fases: a) El padre empezó a desaparecer físicamente del hogar cuando se convierte en asalariado, despojándose de sus medios de producción, que eran una de las bases de su autoridad.
b) El inicio del trabajo asalariado de las mujeres de clase media, que obliga al hombre a negociar no sólo en el exterior en el mercado de trabajo, sino también en el interior del hogar. c) El incremento de las tasas de divorcio. En este sentido, se aprecia una pauta constante en occidente según la cual los padres se van desentendiendo progresivamente de sus hijos; es lo que se denomina padres “desvanecientes”.
Aunque “el patrón de relaciones que mantienen los es-cónyuges entre sí no son más que la continuación de las que mantenían cuando estaban casados y lo mismo podemos decir de las relaciones de los progenitores con sus hijos” (Flaquer, 1999) (11). Esta última variable es especialmente relevante para evitar juicios más ideológicos que científicos según los cuales los niños de padres separados tendrían necesariamente crecimientos más conflictivos que el resto.
La realidad muestra que hay familias “completas” enfermas y familias monoparentales sanas, de la misma forma que hay tantos matrimonios y divorcios sanos como insanos. Lo que será decisivo para el crecimiento equilibrado de los niños será la ausencia de conflictos relevantes entre los adultos, la asunción de responsabilidades y la coherencia de las normas que sustenten.
Por el contrario, lo que tendrá efectos negativos será la falta de modelos y apoyos parentales o la abolición de responsabilidades, cualquiera que sea la estructura familiar de base. Respecto a la posible evolución de estos roles familiares puede imaginarse un futuro donde los progenitores sean seres híbridos en términos de las asociaciones simbólicas incorporadas históricamente en cada uno de los géneros.
En este sentido, la figura del padre no tendrá por qué estar asociada exclusivamente con la ley, el orden y la autoridad o el autoritarismo y la de la madre con el cariño, la ternura o la posibilidad de expresar abiertamente sus sentimientos. “Las figuras del padre y de la madre irán difuminando progresivamente sus perfiles, que dejarán de ser nítidos y formarán combinaciones acordes con la personalidad de quienes las encarnen, sean varones o mujeres” (Flaquer, 1999) (11).
Quizá esta situación sea utópica o al menos parece claro que aún queda mucho por recorrer para llegar a ella. También parece claro que en este camino las mujeres han evolucionado mucho más que los hombres en las últimas décadas. Los hombres deberán reflexionar qué lugar pueden ir ocupando en las nuevas familias de las que van formando parte sin ser ni querer ser, “cabeza de familia” ni ostentar un poder basado en privilegios patriarcales que no están dispuestos a asumir.
- Como señalan I.
- Alberdi y P.
- Escario (2007) (12), tras la quiebra de la imagen estereotipada de paternidad se busca una nueva forma de paternidad que incorpore rasgos tradicionalmente asociados a lo femenino: la cercanía afectiva y la ternura.
- Es el paso desde el proveedor de alimentos al proveedor de afectos.
Sería una revolución necesaria hacia una nueva masculinidad no vinculada al dominio, a la superioridad ni a la violencia pero tampoco a la debilidad. Este camino puede ser apasionante si se es capaz de flexibilizar roles estereotipados y rígidos que dificultan la creación de otros aunque éstos sean más creativos y justos.
Pero existe otro grupo de factores que están afectando a la paternidad, vinculados a la sociedad de consumo y que quizá tengan más difícil solución, a no ser que se sea capaz de variar alguna de las bases que sustentan nuestras sociedades. En esta lucha debieran estar juntos hombres y mujeres, porque los efectos negativos del capitalismo afectan severamente a ambos géneros, aunque de distinta manera.
Este es el tema que se aborda seguidamente, aunque sea sin exhaustividad. Paternidad y sociedad de consumo Cada sociedad, en cada momento histórico construye sus normas de funcionamiento y sus dioses. Se trata de poder convivir dando algún sentido a hacerlo.
Durante siglos el poder atribuido a los dioses se ha transferido a las relaciones familiares, de manera que los atributos proyectados en los personajes míticos se asignaban a los roles familiares. El padre de familia podía ser una sombra del Padre y actuar con el poder que se le había atribuido al Creador supremo.
El padre adoptaba los atributos de Dios Padre para reinar en la familia, con un poder total basado en un derecho casi divino; el padre y su familia como Dios y su pueblo. Pero en las sociedades actuales el poder de Dios está cambiando y el lugar del padre está comprometido también a ese nivel.
Actualmente, en las sociedades capitalistas, el bien supremo es el consumo y se adoran las superficies de consumo como antes se hacía con las estatuillas e ídolos religiosos: “.allí se organiza el culto a los ídolos que nos gobiernan, se venera lo que nos hace la vida imposible, se agradece a los amos la mano de hierro con que nos conducen, confundidos cuerpo y alma” (Onfray, 2008) (13).
En esta sociedad de consumo, el valor es consumir y hacerlo de manera rápida. Ya no se aprende mediante largos discursos sino por ráfagas que el cerebro tendrá que ir asociando. “El saber ha dejado de basarse en un ejercicio esforzado o premioso para nutrirse de partículas cazadas a gran velocidad” (Verdú, 2007) (14).
Se vive sin una meta clara, se envejece sin querer perder la juventud y eludiendo la seguridad de la muerte. Todo ello enfatiza el valor del presente y cuestiona el valor de los procesos y de la memoria. En todos los ámbitos de la vida, tanto en las relaciones de pareja, como en las empresas, las personas se ven obsoletas con rapidez, como si fueran bienes de consumo, prescindibles en cuanto surge uno más novedoso.
Pero lo más significativo es que en este tipo de sociedad, “todas las instituciones edificadas históricamente sobre el aplazamiento de la satisfacción (.) han ido quedando obsoletas” (Verdú, 2007) (14). Y en este aplazamiento se sitúa muy precisamente una de las funciones más relevantes de la paternidad.
- Entre la imagen y la palabra, el discurso social prioriza con énfasis a la primera.
- Es un universo sitiado por spots, programas televisivos donde los insultos y las escenas explícitas de violencia no dejan espacio para palabras reflexivas; universo donde los messengers asesinan al lenguaje y donde las pantallas han ocupado gran parte del espacio de ocio juvenil.
Esta ausencia de palabra se vincula precisamente con la no demora de satisfacción que se vende como eventualidad posible. El padre, en tanto función de corte de esa satisfacción mítica, debe ser cuestionado para que el sistema funcione. El padre como donante de la palabra que signifique la necesidad humana de nombrar lo que nunca se ha podido tener ni se tendrá, debe morir.
No puede mantenerse la representación de que “todo es posible”, “puedo estar satisfecho si puedo comprar determinados bienes de consumo”, si se ha incorporado la insatisfacción de la pulsión como ley del devenir humano. En definitiva, se aprecia que el patriarcado histórico ha perdido legitimidad y que la función paterna ya no se asocia exclusivamente al autoritarismo y a la disciplina sino que pretende incluir términos tradicionalmente vinculados a la maternidad como el afecto y la ternura.
Esta evolución abre la pregunta sobre quién y cómo asume en las familias postpatriarcales las funciones normativas necesarias al crecimiento infantil; máxime cuando la dinámica familiar se incluye en un contexto social que diviniza al consumo y cuestiona a cualquier representante de una autoridad que limite la satisfacción.
Seguidamente se analiza precisamente qué “autoridad” es necesaria al crecimiento infantil desde una óptica psicoanalítica. Alguna referencia psicoanalítica Uno de los argumentos freudianos más reiterados y fructíferos es el que asocia la función paterna a una prohibición necesaria para el surgimiento de la moral y la Cultura, lo que conecta con el análisis histórico realizado con anterioridad.
En el clásico Tótem y tabú (1913-1914) (15) Freud relaciona la función del padre con la prohibición de acceso a la madre, es decir, con la prohibición del incesto y la exogamia: “Si el animal totémico es el padre, los dos principales mandamientos del totemismo, los dos preceptos-tabú que constituyen su núcleo, el no matar al tótem y no usar sexualmente a ninguna mujer que pertenezca a él, coinciden por su contenido con los dos crímenes de Edipo”.
- En este mismo texto se argumenta que el surgimiento de la moral tendrá que ver con la resolución del conflicto edípico.
- Como se sabe, para Levi-Strauss la ley universal de prohibición del incesto es la que permite separar la cultura de la naturaleza, es el paso de uno a otro orden.
- La experiencia de los “niños salvajes” demostraría que sin Cultura el hombre no es nada.
El aislamiento social no constituye en absoluto una condición favorable al desarrollo de un estado natural sino una condición de desarrollo aberrante. Como expresa J. Dor: “La cultura pasa a ser legítimamente la verdadera naturaleza del hombre, nacida de la prohibición del incesto.
En este sentido la problemática naturaleza-cultura reorienta de pleno derecho la cuestión del padre en psicoanálisis, ya que precisamente de esta prohibición originaria del incesto se esfuerza por dar cuenta el mito freudiano del padre de la horda primitiva” (Dor, 1998) (16). De esta manera, la función paterna es estructuralmente identificada con la función fálica, en este mito de Tótem y tabú, según el siguiente desarrollo: 1º Se parte de la hipótesis de un hombre que poseía a todas las mujeres y que protegía celosamente esta posesión apartando a sus descendientes a medida que crecían.
Es decir, sería un hombre completo, “no castrado”.2º Este hombre generaría en los demás sentimientos de ambivalencia, de amor, odio y envidia.3º Los hijos acuerdan la muerte del tirano y para apropiarse de sus atributos le consumen canibalísticamente.4º La banda de excluidos se identifica con él tras matarle.
- Es una identificación por incorporación, según lo descrito por Freud en “Psicología de las masas y análisis del yo”(17).
- Este hombre todopoderoso debe ser simbólicamente asesinado a fin de que se le invista y al mismo tiempo se le admita como Padre garante de la preservación de la Ley.
- Si la muerte del padre imaginario de la horda primitiva signa el nacimiento del padre simbólico, de lo que se trata no es de un asesinato real sino de la muerte simbólica del padre imaginario.
De lo que se trata por lo tanto cuando se aborda la cuestión del padre no es de un acto natural, sino de un acto de filiación a un linaje paterno que es el acceso al lenguaje, a lo simbólico, lo que incluye la pertenencia al tótem, autentificando el lugar desde el que cada sujeto habla.
El nacimiento es un acto cultural, es ser inscripto en un universo simbólico, es ser nombrado por otro que si bien no puede satisfacernos en la inmediatez y en la realidad nos dona la palabra. Este nacimiento del sujeto mediante la intervención paterna es descrito de manera amplia y rigurosa por B. This (1982) (18) cuando plantea que si la madre pare un cuerpo biológico el padre genera un segundo nacimiento de ese cuerpo a la Cultura.
El padre primordial descrito en 1913 es asociado por Freud con algunos gobernantes e hipnotizadores en Psicología de las masas y análisis del yo (1921) (17). El hipnotizador porque se asocia inconscientemente con esa imagen paterna arcaica en tanto que “representación de una personalidad muy poderosa y peligrosa, ante la cual sólo puede adoptarse una actitud pasiva-masoquista y resignar la propia voluntad” (17).
- El gobernante en tanto que la masa mantiene al padre primordial como ideal, capaz de gobernar al yo con su autoridad en reemplazo del ideal del yo.
- Según este esquema la masa proyecta en su gobernante el poder atribuido en la infancia al padre y se somete al mismo cediendo su voluntad, como si se encontrara ante un hipnotizador.
En 1923 Freud opera una verdadera ruptura epistemológica con “La organización genital infantil” (19) en tanto que se instituye con claridad al “falo” y no al pene, como significante básico en la teoría psicoanalítica y trascendente en el objeto de estudio que se está analizando.
- El término falo alude a la falta que no es real sino imaginaria y simbólica.
- Falta que puede surgir de la angustia de castración ante la percepción de la diferencia anatómica de los sexos.
- El falo pasa a ser entonces el significante de la falta y del deseo, como una “x” matemática que media entre la Madre y el hijo introduciendo una pregunta sobre qué desea la Madre.
En ese mismo año de 1923, en El yo y el ello (20) Freud desarrolla cómo la prohibición externa se interioriza en una instancia psíquica. Este mismo tema es retomado en El porvenir de una ilusión (1927) (21) y en El malestar en la cultura (1929) (22) donde Freud alude a la formación del superyó como heredero de la prohibición del incesto y núcleo del surgimiento de la moral.
- En su opinión en la medida en que el sujeto tenga incorporada esa moralidad, la Cultura no necesitaría de los medios de compulsión externa.
- Freud vuelve a insistir en que la angustia frente a la autoridad se torna angustia frente al superyó y de ahí surgiría la renuncia a satisfacciones pulsionales y la conciencia moral.
Según este esquema, el niño puede reprimir su pulsión erótica e impulso agresivo porque ha incorporado la imagen de un padre prohibidor, de tal manera que tanto la culpa como la Ley del padre es necesaria para la constitución de la Cultura. Frente a este desarrollo moral se situarían las estructuras perversa y psicótica.
- Los conceptos freudianos descritos hasta el momento son retomados y ampliados por Lacan con el concepto clave de Metáfora paterna.
- Puede apreciarse cómo aborda este concepto por ejemplo en su Seminario 5 llamado “Las formaciones del inconsciente”(23).
- La metáfora paterna es una cuestión de estructura psíquica que alude a la función del padre; función central y originaria en el complejo de Edipo.
Es la función normativa en tres vertientes: la moral del sujeto, las relaciones con la realidad y la asunción del sexo. Respecto a la ausencia o presencia del padre, Lacan opone lo que serían informaciones biográficas, ambientalistas, una supuesta realidad, de las funciones que producen efectos psíquicos.
- Y en este sentido, puede afirmarse que el Edipo puede constituirse sin presencia del padre “real”: “.
- La noción del padre real es científicamente insostenible.
- Sólo hay un único padre real, es el espermatozoide y, hasta nueva orden, a nadie se le ocurrió nunca decir que era hijo de tal espermatozoide” (Lacan, 1975) (24).
En el complejo de Edipo el padre interviene en distintos planos. Al principio como padre “terrible” que enuncia la ley primordial de prohibición del incesto, mediante amenaza de castración por temor a la retaliación de la proyección de sus tendencias agresivas.
- Sería el padre “imaginario”.
- La amenaza de castración es imaginaria, aunque su efecto sea simbólico.
- Pero también interviene como padre “amado”, vinculado al Edipo invertido y al sepultamiento del complejo, tras identificación.
- El padre es una metáfora en tanto que significante que sustituye a otro en el inconsciente.
Es el sustituto del significante materno. Se sustituye porque la madre en tanto objeto real frustra al hijo al desear algo que está fuera de su relación; ese algo, el falo imaginario, inaugura la pregunta sobre qué completa al objeto, asumiendo que uno no es todo para ella, que no es posible el S 1 (como significante de satisfacción-plena).
El efecto de esta metáfora es el surgimiento del plano “simbólico”, de toda una cadena significante (S 2 ) de la que surgirá el sujeto en tanto que $ (sujeto fragmentado, no-pleno). S 1 sería por tanto el falo, el significante de la falta, el significante de la unión Madre/bebé, que correspondería al Narcisismo freudiano y a lo imaginario para Lacan.
Este S 1 caerá bajo la barra de la represión si la Madre mira al “padre” surgiendo un S 2 en tanto que Metáfora paterna. De ahí en adelante el sujeto podrá representarse como $ en tanto que “barrado”, fragmentado, no-todo, es decir castrado a nivel simbólico.
La construcción metafórica en el orden del discurso se realiza por sustitución de un símbolo del lenguaje por otro. La operación consiste en designar una cosa con el nombre de otra; un significante es reprimido en beneficio del advenimiento de otro sustitutivo. Sólo esta represión originaria es capaz de probar que el niño ha renunciado al objeto inaugural de su deseo.
Si se vincula estos símbolos con las estructuras clínicas, puede decirse que S 1 retorna como síntoma en las neurosis y que está en el delirio psicótico donde nada tendría que retornar al no estar reprimido. En las perversiones sí existe el $ pero sin que el sujeto quiera saber nada de él y pueda conducirse como S 1,
- Quizá no esté de más insistir en que este proceso no tiene nada que ver con la contingencia de un padre real que muy bien puede no estar.
- Uno puede preguntarse sobre si un padre real es mejor o peor, un niño puede imaginar que le va a hacer daño o que es extremadamente bondadoso, pero todo ello no sería sino posibles recorridos imaginarios.
Como explica J. Dor (1998) (16) la noción de padre interviene como operador simbólico no asignable a una historia, en el sentido de una ordenación cronológica; aunque paradójicamente se halla inscrito en el punto de origen de toda historia: “Se trata de valorar exactamente un hecho de estructura que trasciende a la dimensión empírica y contingente de la paternidad” (16).
- Es una entidad simbólica ordenadora de una función que estructura nuestra ordenación psíquica en calidad de sujetos.
- Como tal, esta función se encuentra potencialmente abierta a todo agente de la realidad por poco que su intercesión simbólica sea lógicamente significante frente a la economía del deseo del niño en su articulación con el deseo de la Madre.
Basta que el padre lo sea en el discurso de la madre en forma tal que el niño pueda oír que el propio deseo de la madre está referido a él o lo estuvo. Ningún padre de la realidad es poseedor de la función simbólica a la que puede representar: es la distinción entre paternidad y filiación.
Lo trascendente es la función simbólica del padre en tanto instancia que permite al niño acceder a lo simbólico, lanzándole a una cadena significante y deseante, quedando reprimida la Madre en tanto que S 1, Queda claro por tanto que lo reprimido, al menos en el funcionamiento neurótico, es el falo.
Al mismo tiempo, S 2 implica la pérdida de Goce, que sería en la teoría lacaniana mortífero en tanto que implicaría la muerte psíquica en consecución al incesto. En este complejo trayecto lo que en el lenguaje cotidiano y en numerosas teorías psicológicas, se denomina “papá” no es sino el padre “real”, como existencia concreta e histórica.
Junto a éste hay que considerar al padre “simbólico”, padre de la Ley, como depositario legal de una ley que le viene de otra parte y al que corresponde hacerse valer por ser su representante; y al padre “imaginario”que es el padre terrible que prohíbe tanto a la Madre como al hijo con independencia de su carácter más o menos tiránico en lo real y sin cuya participación fantasmática ningún padre real podría recibir la investidura de padre simbólico.
La edificación del padre simbólico a partir del padre real constituye la dinámica misma que regula el curso de la dialéctica edípica y con ella todas las consecuencias psíquicas resultantes. El desarrollo de esta dialéctica requiere la instancia simbólica de la función paterna, en tanto metáfora; es la instancia que empieza a confrontar al niño con el registro de la castración.
Será en calidad de padre imaginario como el niño percibe al padre inicialmente: ese personaje molesto que priva, prohibe y frustra. El niño descubrirá que el deseo de la madre es dependiente del deseo del padre: y de ahí en adelante, estaría la inscripción de que el deseo de cada cual está siempre sometido a la ley del deseo del otro.
Se despliega una historia imaginaria que se refiere a una supuesta infancia de completad en la que el hombre no estaba separado de la naturaleza-madre porque el hombre “era” naturaleza. El mito perpetúa el deseo de poder “ser” en la célula narcisista niño-madre.
- Se trata de una fantasía en la que el padre aparece como la causa del mal.
- Es a partir de la consciencia del hombre como ser en falta que se produce la evocación anhelante de una experiencia que sólo fue en el mito significado a posteriori y que expresa el deseo de poder restituir y ser restituido a un objeto unificador.
Como expresa D. Schoffer (2008) (25) : “La función paterna es la que articula de forma fundamental el advenimiento del sujeto en su condición sexuada y cultural. Nada de la experiencia psicoanalítica podría ser posible si no hubiese habido para el sujeto una primera experiencia de satisfacción que no es más que la resignificación a posteriori de un encuentro mítico, y por lo tanto imaginario, con un supuesto objeto real capaz de colmar la totalidad del ser.
- Es por la imposibilidad de esa completad, debido a la desarmonía entre el objeto y la tendencia, porque el objeto está perdido, que surge el deseo en un movimiento de restituirlo, quedando siempre un resto de insatisfacción” (25).
- Es posible que los términos expuestos cobren mayor comprensión si se incluyen en los tres tiempos del Edipo que teoriza Lacan.
En un primer tiempo el niño es el falo para la Madre constituyendo una relación dual e imaginaria. El niño, ubicado como “falo” completaría a la Madre a nivel imaginario, en una unidad narcisística, plena, donde nada faltaría. Una fijación libidinal a esta posición implicaría la no constitución de un aparato psíquico neurótico.
Lo que se pone en juego en este tiempo no es una cuestión relacionada con el deseo de contacto y de cuidados maternos, lo que nos dejaría atrapados en la pulsión de autoconservación sino del deseo fálico de la madre que va más allá del deseo de satisfacer a su niño. Es una fase especular en la que el falo se convierte para el niño en un objeto imaginario con el que debe identificarse para satisfacer el deseo de la madre, haciendo que la relación con ella no esté basada en la simple satisfacción o frustración de la necesidad sino en el reconocimiento de su deseo.
El niño es significado desde el deseo de la madre como el falo que la completa, sólo podrá satisfacerse en la medida en que sea capaz de ocupar el lugar del objeto deseado de la madre. A nivel de constitución del psiquismo la cuestión no debe centrarse alrededor de que el niño esté más o menos satisfecho en sus necesidades sino en el hecho de que el niño se perciba como deseado por la madre.
En esta fase la madre es fálica y el niño asume una posición pasiva en relación con una madre sin falta. El yo ideal es la imagen que representa este ideal de omnipotencia narcisista, identificación imaginaria que concierne a la primitiva relación del niño con la madre, anterior a la diferenciación yo-no yo.
En un segundo tiempo interviene el padre privando al niño del objeto de su deseo y a la madre del objeto fálico. El padre es imaginado como terrorífico y la ley que en este tiempo encarna sólo podrá llegar a ser efectiva si aparece significado en el discurso mediador de la madre porque si la madre no se remite a una ley que no es la suya y no desea un objeto poseído por ese otro a cuya ley ella remite, el niño queda sujetado al deseo de la madre.
Implica que el deseo de la madre se relaciona con un objeto que no es el niño sino con un objeto que el padre tiene. En este tiempo el niño se identifica con la madre y como ella comienza a desear el falo donde se supone que está y al mismo tiempo comienza a desear estar en ese lugar del padre donde parece que es posible tenerlo.
Es en este tiempo en el que el padre irrumpe traumáticamente portando la doble prohibición, donde se introduce el concepto de castración. Es el padre de la horda primordial descrita por Freud. Si en esta encrucijada el niño se identifica con el padre queriendo ser como él y permanecer junto a la madre, surge la angustia de castración como castigo.
Pero si se identifica con la madre se coloca en posición femenina y se ofrece al padre como objeto con lo que también surge la angustia como premisa inicial: hacerse amar pasivamente por él. Aquí se habla ya de ideal del yo como resultado de la convergencia del narcisismo, la identificación con los padres y con los ideales colectivos de los que el padre es el portavoz.
El ideal del yo permite al sujeto salir de esa posición en la que se “es” el falo con el cuerpo entero, para ubicarse como poseedor de ciertos rasgos e insignias de uno u otro sexo. Esta etapa de rivalidad imaginaria con el padre pudiera fijar el funcionamiento neurótico.
En un tercer tiempo el padre aparece como quien tiene el falo pero sin serlo; el padre sería representante de la Ley pero no es la Ley, de manera que el falo queda reinstaurado en la Cultura, sin que ningún personaje concreto pueda encarnarlo. En este tiempo se plantea la diferencia entre hombre y mujer para la salida del complejo.
En el caso del varón la salida parece más sencilla en la media en que pone en juego a la identificación del sujeto con su propio sexo manteniendo la investidura libidinal con elección de objeto femenino. El sujeto varón se presentará bajo la máscara, bajo las insignias de la masculinidad previa mediación del Edipo invertido.
- En la mujer en cambio no habría problemas para preferir al padre como portador del falo porque previamente se ha reconocido como alguien que no lo tiene, produciéndose un deslizamiento del falo de lo imaginario a lo real que podría manifestarse en el deseo de tener un hijo que lo sustituya.
- Si este proceso se produjera idealmente, se produciría una destrucción y sepultamiento del complejo de Edipo, reprimiéndose el deseo sexual con los progenitores e iniciándose un periodo de latencia.
En todo este proceso y en relación a la función del padre, probablemente lo peor para que un padre real pueda ejercer la función a la que está llamado es estar sometido a la madre por amor; lo que el lenguaje cotidiano denomina “calzonazos”. Correlativamente, cuanto más coincida el padre real con el simbólico mejor será para el futuro del hijo.
- Este futuro va a estar marcado de manera trascendente por la inscripción del padre hasta el punto de que su estructuración psíquica dependerá de ello.
- Por ejemplo en la psicosis el Nombre del Padre es abolido comprometiendo la asunción de la castración simbólica.
- Este mecanismo, denominado Forclusión en la teoría lacaniana, se produce cuando ningún significante viene a sustituir a la Madre, de manera que la realidad psíquica del sujeto no llegará al orden del registro simbólico.
El significante paterno es forcluido cuando aparece renegado en el discurso de la madre; se trata de madres que aún antes de nacer su bebé no le invisten fantasmáticamente como separable sino como dependiente de su propio cuerpo. Como el deseo de la madre no se refiere jamás al padre el del niño queda circunscrito a ella según el modelo imaginario y arcaico de ser el solo y único objeto del deseo del otro, es decir, su falo imaginario.
- El niño sufrirá un defecto de filiación sin poder ser reconocido y designado como hijo o hija de un padre.
- Quedaría por saber por qué y cómo un padre se deja destituir de la función que le corresponde; quizá haya que pensar en cierto goce complaciente en dimitir de ella.
- En el caso de la estructura perversa la atribución fálica del padre simbólico jamás será reconocida sino para impugnarla mejor e incansablemente; de ahí el desafío y la trasgresión como estereotipos estructurales presentes en las perversiones.
En esta estructura la identificación perversa perpetúa la fijación a la identificación fálica primordial del niño aún emergiendo el sujeto “barrado” pero sin que se quiera saber nada de ello. Basten estas pocas referencias a algunas estructuras clínicas para ejemplificar de forma rápida la trascendencia que debe otorgarse a la función paterna, no sólo como génesis de la estructuración psíquica propiamente dicha sino para lo concerniente al llamado carácter.
- Valoraciones para una adecuada paternidad Durante siglos la palabra “padre” ha estado asociada al temor y a la violencia.
- En parte porque la fantasía infantil construye un padre imaginario que viene a separar al hijo de la órbita materna y en parte porque los padres “reales” han empleado con sus hijos toda la brutalidad que les permitía la legislación vigente, las costumbres sociales y la palabra de Dios-Padre.
Este tipo de padre “autoritario” descrito en la Historia de la Humanidad tiene un correlato claro con la ética de Hobbes y la de Kant. Para Hobbes la sociedad es un pacto que se funda en el miedo y puede pensarse que si éste origina la sociedad también el orden familiar tradicional se originaba en el miedo al pater-familia.
Para Kant la ética se deriva del miedo y del deber; la moral sería un deber, un imperativo categórico; no se trataría de preguntarse por la felicidad, como hicieran los griegos, sino de obrar por el deber. Pero estos padres “categóricos” no podrán ser eficaces en su función sino operan en sus hijos una transformación que modifique su aparato psíquico y su mundo vincular de manera trascendente.
Sería ésta una transformación simbólica, comparable a un rito de paso desde lo orgánico hacia las palabras. En este sentido, un padre eficaz a nivel simbólico, será aquel capaz de levantar a su hijo del suelo y ofrecerle al mundo; capaz de acogerle, nombrarle y donarle la palabra.
En este sentido todo hijo, sea biológico o no, habrá que “adoptarle” para que sea tal; y responsabilizarse de su futuro. Y todo ello antes de desaparecer de la historia del hijo; es decir, el padre podrá ser simbólico si asume su muerte como necesidad para que el hijo sea un sujeto en la Cultura. La función del padre no puede ser sólo “prohibir” sino que debe humanizar la ley para que ésta no se vuelva en contra de su objetivo: humanizar.
El padre debe enunciar la ley y mostrar cómo ella humaniza, cómo se puede vivir con y gracias a ella. Este ritual puede desarrollarse en muy distintos escenarios y con distintos actores. Pero el escenario no será determinante del drama. Así por ejemplo, un padre podrá vivir en un domicilio más o menos amplio o podrá contar con más o menos recursos económicos, también podrá manejar pautas educativas rígidas o laxas, podrá ausentarse con mayor o menor frecuencia del hogar; convivir de manera continua o no, con su hijo; mantenerse unido a su pareja hasta que la muerte les separe o estar divorciado; manifestar una sexualidad hetero u homosexual y un largo etcétera.
Escenarios de un drama que no se debieran considerar en exceso a no ser que se pretenda evaluar el grado de adecuación de un sujeto al ideal capitalista. En cualquier caso todo esto correlacionaría con un padre “adecuado” en términos sociológicos pero desde un punto de vista intersubjetivo lo realmente determinante es el drama que un sujeto es capaz de construir con su hijo.
Y este drama dependerá de dos circunstancias en necesaria interacción: a) El funcionamiento psicológico del padre que debiera estar atravesado por la represión. b) El deseo del padre como tal que no dependerá únicamente del deseo de la Madre sino que podrá defender su derecho a un vínculo activo.
- En conclusión, la valoración de una “adecuada paternidad” debe abarcar al padre real y al padre desde la subjetividad del hijo, es decir, desde el análisis del efecto que opera en el hijo.
- La valoración del padre real parte de términos descriptivos que comparan el grado de adecuación de un sujeto al ideal imperante en cada momento histórico concreto.
En las sociedades occidentales actuales un buen padre será aquel que se implique activamente en la crianza de su hijo asumiendo una función afectiva y normativa, favoreciendo su proceso de autonomía y ayudándole en la adquisición de una identidad discriminada.
Por su parte, la valoración del padre desde la subjetividad del hijo puede incorporar la distinción entre padre real, simbólico e imaginario que teoriza el psicoanálisis de manera fructífera. Bibliografía (1) ZONABEND, F., “Una visión etnológica del parentesco y la familia”, en Burguiere, A. y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1998.
(2) FORGEAU, A., “La memoria del nombre y el orden faraónico”, en Burguiere, A. y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988. (3) THOMAS, Y., “Roma, padres ciudadanos y ciudad de los padres (siglo II a.C.-siglo II d.C.) “, en Burguiere y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988.
4) VEYNE, P, “El Imperio romano”, en Aries PH.; Duby, G. Historia de la vida privada,t.1 Barcelona, Círculo de Lectores, 1987. (5) GUICHARD, R, “La era bárbara”, en Burguiere, A. y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988. (6) FOSSIER, H., “La era feudal”, en Burguiere, A. y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988.
(7) DUBY, G. (1985), “La vida privada en las familias aristocráticas de la Francia feudal”, en Aries PH.; Duby, G., Historia de la vida privada, t. II, Barcelona, Círculo de Lectores, 1985. (8) DE LA RONCIERE, CH., “La vida privada de los notables toscanos en el umbral del Renacimiento”, en Aries PH.; Duby, G.
- Historia de la vida privada, t.
- II, Barcelona, Círculo de Lectores,1985.
- 9) BRESC, H., “La Europa de las ciudades y de los campos”, en Burguiere, A.
- Y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988.
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15) FREUD, S., Tótem y tabú, O.C.t. XIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1913-14. (16) DOR, J., El padre y su función en psicoanálisis, Buenos Aires, Nueva Visión, 1998. (17) FREUD, S., Psicología de las masas y análisis del yo, O.C.t. XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1921. (18) THIS, B., El padre: acto de nacimiento, Barcelona, Paidós, 1982.
(19) FREUD, S., La organización genital infantil, O.C.t. XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1923. (20) FREUD, S., El yo y el ello, O.C.t. XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1923. (21) FREUD, S., El porvenir de una ilusión, O.C.t. XXI, Buenos Aires, Amorrortu, 1927. Dirección para correspondencia: Luis Manuel Estalayo Martín ( l[email protected] ) Recibido: 29/10/2009 Aceptado: 8/01/2010
¿Qué dice la Biblia de los malos padres?
¿Qué dice la Biblia sobre el hombre que no provee para su familia? ‘ porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo’ (1 Timoteo 5:8).
¿Qué problemas trae la falta de comunicación entre padres e hijos?
Siempre que decimos, hacemos o dejamos de hacer cosas, estamos estableciendo relaciones con los otros, por lo que estamos comunicando La comunicación dentro de la familia determina la manera en que los niños aprendan una manera de emocionarse y pensar para comunicarse con los demás. Dentro del núcleo familiar se aprende y enseña a través de los valores, maneras de pensar y cómo se comunica. Gracias a esta coordinación, dentro de la familia se va construyendo la manera de enfrentar las dificultades diarias y de ver las cosas mediante la negociación o respetando y aceptando otros puntos de vista.
- La falta de comunicación tiene que ver con los numerosos malentendidos que se dan dentro de las familias.
- Un pequeño error en la comunicación puede causar mal ambiente durante mucho tiempo.
- Por tanto, si no existe conexión entre los miembros de la familia se generan problemas de comunicación.
- Los problemas en la comunicación comienzan con la aparición de algunos factores resultado del excesivo ‘individualismo’ de los miembros o de los estilos educativos que utilizan los padres.
Entre estos factores podemos encontrar: – Falta de tiempo La falta de tiempo para estar juntos en familia es un factor clave para la falta de comunicación. Hoy en día el ritmo de vida es acelerado y además se le muestra más importancia a cosas más triviales como internet, TV, etc.
- Poca paciencia Es otro factor que contribuye en gran medida a la falta de comunicación.
- Cuando aparece la irritación se busca la manera más fácil para resolver la situación: ignorar al otro – La disciplina El ser autoritario y no dejar expresar al niño sus necesidades puede ser perjudicial.
- Además, dejar demasiada libertad de elección, convirtiendo su demanda en lo más importante también puede serlo.
Se debe buscar el equilibrio hacia una comunicación positiva. La falta de comunicación en familia tiene que ver con problemas psicológicos en niños y adolescentes de carácter emocional y comportamiento. Estos problemas se pueden extender fuera de la familia afectando en el trabajo, escuela y otros entornos sociales. – No juzgar Ni criticar, ni sancionar sus conductas de manera constante. Este tipo de actitudes solo ponen barreras en el niño y los padres. – Escuchar Dejar que el niño hable y diga lo que piensa o siente es beneficioso para el buen funcionamiento de la familia.
No interrumpir lo que está diciendo para saber qué piensa. – Lo que tiene que decir es importante Muchas veces a los adultos nos parece que anda preocupado por algo a lo que no le damos importancia. No dársela hace que en un futuro ponga una barrera entre ambos y el niño no decida hablar de lo que le preocupa.
– No imponer Darle herramientas para que busque soluciones a sus problemas es mejor que decirle a los niños lo que deben hacer. Es importante razonar las ventajas e inconvenientes de las decisiones a tomar. – Respuestas claras Habla de manera concisa y clara.
¿Cuál es la causa del bajo rendimiento escolar?
COMENTARIOS Bajo rendimiento académico en estudiantes y disfuncionalidad familiar Low academic result in students and dysfunctional families Lic. Patricia López Mero, I Lic. Asunción Barreto Pico, I Lic. Eddy Rigoberto Mendoza Rodríguez II y Dr. Max Walter Alberto del Salto Bello III I Facultad de Trabajo Social de la Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí, Manta, Ecuador.
- II Facultad Extensión Chone de la Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí, Manta, Ecuador.
- III Facultad Ciencias Médicas de la Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí, Manta, Ecuador.
- RESUMEN La familia presenta importantes tareas en la sociedad, relacionadas directamente con la preservación de la vida humana, su desarrollo y bienestar.
Así, existen características en la dinámica familiar que impulsan a los alumnos a mantener su nivel de rendimiento académico o no, por ejemplo, la disfuncionalidad. En este trabajo se aborda brevemente cómo las familias disfuncionales pueden ser unas de las causas del bajo rendimiento académico en estudiantes de años básicos.
- Palabras clave : estudiante, familia, familia disfuncional, rendimiento académico.
- ABSTRACT The family has important tasks in society, directly related to the preservation of the human life, its development and well-being.
- Thus, there are characteristics in the family dynamics which impel the students to maintain or not the level of academic results, for instance, the dysfunction.
This work shortly deals on how dysfunctional families can be one of the causes of low academic results in basic years students. Key words : student, family, dysfunctional family, academic result. INTRODUCCIÓN La familia, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, con derecho a la protección de la sociedad y del estado.1 Hoy en día, a juzgar por el uso cotidiano, `familia’ es una noción que describe la organización más general, pero a la vez más importante del hombre, puesto que representa el desarrollo de una sociedad.
Así, la familia constituye un conjunto de individuos unidos a partir de un parentesco, que según los expertos puede tener 2 raíces: una relacionada con la afinidad surgida a partir del desarrollo de un vínculo reconocido a nivel social (como sucede con el matrimonio o una adopción), y la otra de consanguinidad (por ejemplo: la filiación entre una pareja y sus descendientes directos).
En otro orden de ideas, el desempeño académico es un proceso que se va fortaleciendo a medida que los estudiantes van dedicando el tiempo suficiente a los estudios. Con referencia a lo anterior, el modelo de familia será determinante en la calidad del rendimiento académico del alumno y le conducirá a alcanzar el objetivo en cada grado que cursa.
Resulta oportuno referir que una familia disfuncional es aquella en la que los conflictos, la mala conducta y, muchas veces, el abuso por parte de los miembros individuales, se produce continua y regularmente, lo que lleva a otros miembros a acomodarse a tales acciones. A veces los niños crecen en ese medio con el entendimiento de que tal disposición es normal.
Las familias disfuncionales son principalmente el resultado de adultos codependientes, que también pueden estar afectados por las adicciones, como el abuso de sustancias (alcohol, drogas, entre otras); estas también pueden tener otros orígenes, como las enfermedades mentales no tratadas y los padres que emulan o intentan corregir excesivamente a sus propios padres disfuncionales.
En algunos casos un padre inmaduro permitirá que el progenitor dominante abuse de sus hijos.2 La no funcionalidad familiar produce efectos negativos en los niños como: carencia de la capacidad de juego o de ser infantil, o sea, “crecimiento demasiado rápido”, o por el contrario, crecimiento muy lento o existencia en un modo mixto (es decir, mostrar buen comportamiento, pero ser incapaz de cuidarse a sí mismo); manifestación de alteraciones mentales de moderadas a graves, incluida una posible depresión o ansiedad, algún trastorno de personalidad y pensamientos suicidas; adicción al tabaco, el alcohol o las drogas (o ambas), en especial si los padres o amigos han hecho lo mismo; rebelión contra la autoridad de los padres o, por el contrario, simulación de aparentes valores familiares ante la presión de los compañeros, o incluso la adopción de un imposible “término medio” (pues a nadie le agrada estar en negación sobre la gravedad de la situación familiar); presencia de sentimientos encontrados de amor y odio hacia ciertos miembros de la familia; incurrimiento en actividades delictivas; dificultad para formar relaciones saludables en su grupo de pares (por lo general debido a la timidez o a un trastorno de la personalidad); padecimiento de algún trastorno del lenguaje o la comunicación (relacionados con el abuso emocional); y dificultades escolares o disminución del rendimiento académico inesperadamente.2,3 REPERCUSIÓN DE LA DISFUNCIONALIDAD FAMILIAR EN EL BAJO RENDIMIENTO ACADÉMICO En la actualidad saber leer, escribir y realizar operaciones matemáticas elementales, ya no son suficientes.
En la sociedad del conocimiento, de la tecnificación, se requiere una mayor preparación, más aun cuando la educación se ha convertido en obligatoria. Por ello, el bajo rendimiento se convierte en un factor de marginación para aquellos grupos que lo experimentan y se ven en desiguales oportunidades en uno de los primeros lugares: el salón de clases.
Por otro lado, el bajo rendimiento académico no es un estado permanente y depende tanto del individuo como del entorno familiar. Es uno de los problemas que más preocupa a padres y maestros, pues psicológicamente puede dejar secuelas en la vida. Los estudiantes que presentan bajo rendimiento escolar son marginados en el aula y en sus hogares, niegan su interés en las actividades intraclases y se desvalorizan ellos mismos.
El bajo rendimiento académico es un problema que enfrentan estudiantes y profesores en todos los niveles educacionales. Su trascendencia para el individuo y la sociedad es palpable a partir de 2 elementos fundamentales: primero, cuando el bajo rendimiento académico afecta la autorrealización profesional de los educandos, y segundo, cuando el nivel de conocimientos y habilidades que pueden adquirir, resulta limitado a las exigencias de su práctica profesional.4 Las causas del bajo rendimiento académico son muy variadas, de las cuales se pueden enunciar: desintegración familiar, estilos de crianza, padres trabajadores, desinterés de los padres, adicciones, hijos predilectos, hijos no deseados, por citar algunas.
- Dichas causas pueden estar asociadas a variables pedagógicas y personales del alumno; entre las pedagógicas se consideran: maestría pedagógica-personalidad, proceso didáctico, acompañamiento pedagógico, clima de la clase y tamaño del grupo.
- De las variables personales del alumno se han estudiado las sociodemográficas, las familiares, motivacionales, cognoscitivas y emocionales.
Específicamente las familiares requieren del trabajo de la familia con el estudiante, sus problemas y los vínculos que establece con la institución educativa. Conforme lo expuesto por Gutiérrez Saldaña et al, 5 se ha demostrado que la baja autoestima de los adolescentes asociada a un ambiente familiar poco favorecedor, conduce a un rendimiento académico bajo, en un rango de 2-30 %.
- De igual modo reafirman lo señalado por otros autores de que “la familia es el grupo social natural primario que tiene los objetivos de ser protector y matriz del desarrollo psicosocial de sus miembros a través de los padres”.
- Asimismo se ha planteado 6 que la relación que se establece entre el funcionamiento familiar y los resultados académicos que obtenga el estudiante, es generalmente directa.
Además, la percepción del educando sobre la influencia de la familia en su situación social de desarrollo, resulta decisiva. Criterios de un ambiente propicio en la obtención de un alto rendimiento académico – Unidad de entorno entre los padres. – Firmeza y autoridad en lo fundamental, practicada y ejecutada por igual entre padres e hijos.
– Constancia y fortaleza para solicitar al niño el cumplimiento de las obligaciones y deberes de acuerdo con su edad y desarrollo. – Expresiones cálidas de afecto a los hijos. – Ayuda y estímulo a los hijos para que consigan las cosas por sus propios medios. – Cooperación con los docentes de los hijos.
– Diálogo en las relaciones padres e hijos.7 Cabe revalidar que para lograr un rendimiento escolar adecuado, se requiere un ambiente familiar con estimulación perceptiva, psicológica y social, que promueva experiencias de interacción, que estimule y facilite el desarrollo del pensamiento, así como una expectativa alta de los padres respecto a la educación de sus hijos.5 Solernou Mesa 8 asevera lo expuesto por estudiosos del tema: “los jóvenes desean una relación de camaradería con los padres, se mantengan estos como pareja o no, basada en un respeto recíproco, que consideren el cambio en su posición de vida y sus nuevas necesidades y que los orienten en las cuestiones importantes de la vida, donde el futuro laboral ocupa un lugar predominante, donde el ejemplo de los padres puede resultar imitable, porque en algunos casos son profesionales y su orientación sana y transparente implica ya un compromiso padres-hijos, un deseo que cimienta esa relación.
En el logro de ese deseo las condiciones de vida del estudiante son decisivas y es la familia quien las garantiza, de ahí que su papel de sufragador o vigilante puede ser superado.” CONSIDERACIONES FINALES La familia debe trabajar la parte afectiva de sus miembros, proporcionando espacios para la comunicación y comprensión, creando la predisposición para asistir y formar parte del proceso de enseñanza-aprendizaje para el bienestar de sus hijos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Organización de Naciones Unidas. Declaración Universal de los derechos Humanos. Artículo 16.3. Adoptada y proclamada por la Resolución de la Asamblea General 217 A (iii) del 10 de diciembre de 1948, Disponible en: http://www.derechoshumanos.net/normativa/normas/1948-DeclaracionUniversal.htm 2.
- Familia disfuncional.
- En: Wikipedia.
- La enciclopedia libre,
- Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Familia_disfuncional 3.
- Long Beach Fire Department Training Center.
- Child abuse.
- California: LBFD EMS;,
- Disponible en: http://www.lbfdtraining.com/Pages/emt/sectiond/childabuse.html 4.
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Estudiantes universitarios con bajo rendimiento académico, ¿qué hacer? EDUMECENTRO.2014 ; 6(2). Disponible en: http://www.revedumecentro.sld.cu/index.php/edumc/article/view/344 5. Pedro Gutiérrez-Saldaña, Nicolás Camacho-Calderón, Martha L. Martínez-Martínez.
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- Arés Muzio P.
- Psicología de la familia: una aproximación a su estudio.
- La Habana: Editorial Félix Varela; 2003.7. México.
- Secretaría de Educación Pública.
- Afectividad en el Niño I.
- Programa para la transformación y el fortalecimiento académico de las Escuelas Normales.
México, D.F.: SEP; 2000.p.189.8. Solernou Mesa IA. La familia y su participación en la universalización de la Educación Superior. Educ Med Super.2013 ; 27(1). Disponible en: http://www.ems.sld.cu/index.php/ems/article/view/115/70 Recibido: 6 de julio de 2015.
¿Qué es una familia disfuncional y ejemplos?
Características comunes – Las siguientes características se presentan en las familias más disfuncionales:
La falta de empatía, comprensión y sensibilidad hacia ciertos miembros de la familia, mientras que, por otra parte, la expresión de empatía extrema hacia uno o más miembros de la familia (o incluso mascotas ) que tienen “necesidades especiales” (reales o percibidas). Negación (la negativa a reconocer el comportamiento abusivo, también conocida como el ” elefante en la habitación “). Inadecuados o inexistentes límites para uno mismo (por ejemplo, tolerar el tratamiento inadecuado de los demás, fallar en expresar lo que es un tratamiento aceptable e inaceptable, tolerancia de abuso emocional, sexual, o físico). La falta de respeto de los límites de los otros (por ejemplo, deshacerse de objetos personales que pertenecen a otros, el contacto físico que no le gusta a otra persona, romper promesas importantes sin causa justificada, violar a propósito un límite que otra persona ha expresado). Extremos en conflicto (ya sea demasiada lucha o argumentación insuficiente entre los miembros de la familia). Desigualdad o trato injusto de uno o más miembros de la familia debido a su sexo, edad (por ejemplo, las personas mayores, niños), habilidades, raza, posición económica, etc. (puede incluir frecuente actitud de apaciguamiento de un miembro a expensas de otros, o una desigual aplicación de las normas).
Aunque no universales, los siguientes síntomas son típicos de las familias disfuncionales:
Niveles anormalmente altos de celos u otros comportamientos controladores. Padres divorciados o separados en conflicto permanente, o padres que se deben separar, pero no lo hacen (en detrimento de sus hijos). Falta de tiempo compartido, sobre todo en actividades recreativas y eventos sociales (“Nunca hacemos nada como una familia”), Anormal comportamiento sexual como el adulterio, la promiscuidad, o incesto, Los niños tienen miedo de hablar de lo que está sucediendo en el hogar (dentro o fuera de la familia), o tienen de otra manera miedo de sus padres. Miembros de la familia (incluyendo a los niños) que reniegan unos de los otros, y/o se niegan a ser vistos juntos en público (ya sea unilateral o bilateralmente).
¿Cómo influye la familia en los problemas de aprendizaje?
Por ende, los alumnos que se desarrollan en un clima familiar favorable tienden a lograr más fácilmente éxito escolar, ya que tienen ventajas, por ejemplo, que se les ayude en la realización de las tareas escolares, se está al pendiente de su comportamiento y se les orienta en sus acciones.
¿Cómo afectan los problemas de los padres a los hijos?
Discusiones delante de un bebé: Retraso en el desarrollo del cerebro, problemas de sueño, ansiedad, depresión y problemas de comportamiento – ¿Cómo afecta al bebé las discusiones de los padres ? Los especialistas también hallaron que las discusiones delante de un bebé afectan gravemente a este, siendo posible que sufran retrasos en el desarrollo del cerebro, problemas de sueño, ansiedad, depresión y problemas de comportamiento,
¿Cómo influye la educación de los padres en la educación de los hijos?
Roles cruciales en la educación de los hijos – 1. Los padres somos los actores principales en el proceso de educación y formación de nuestros hijos. Educamos a través del ejemplo y los niños aprenden por imitación, observación a los padres, conductas y actitudes. Además, inculcamos valores que son importantes para el desarrollo integral de nuestros pequeños.
- El rol del padre en la educación no es reemplazar a los profesores, sino guiar, acompañar y supervisar el avance de los hijos ahora en sus clases virtuales.2.
- Bienestar Emocional / Estar atentos a las emociones: Esta realidad en la que vivimos actualmente podría generar ansiedad en nuestros pequeños, por lo que es recomendable GESTIONAR EMOCIONES, IDENTIFICAR, VERBALIZAR, VALIDAR Y ACOMPAÑAR al niño.
¿Qué herramientas? Trabajar con los niños en emociones qué hago con la emoción y cómo la expreso, pensar en que la reacción es sólo la punta del iceberg pero que debajo hay algo más que tenemos que descubrir, siempre hay una razón para una reacción. Cuando hay una frustración primero debemos observarnos a nosotros, cómo estamos actuando: ¿Qué hago yo? ¿Cómo les hablamos? No solo que decimos, sino también mirar nuestros gestos, reconocer errores y mejorar. 3. Fomentar su autonomía: Desde pequeños es importante que se hagan responsables y hagan actividades por sí mismos, así también logramos que desarrollen su autonomía. Darles desde pequeñas tareas que desarrolle en ellos el sentido de pertenencia en casa.4.
- Avisar al niño cuando tiene su clase virtual dejando su material organizado: dar autonomía, explicarles en el horario y la planificación que es lo que deben tener en la mesa, anticiparse, apelar a la responsabilidad desde pequeños.
- A nuestras edades no tienen los niños un control del tiempo y debemos recordarles, pero eso no quiere decir que debemos hacerlos todo.
Realización de las tareas escolares: no significa que debemos despreocuparnos, es importante que los niños sientan que estamos ahí, que estamos pendientes de que tienen lo que necesitan, que supervisamos el proceso etc., y ayudamos cuando sea necesario, pero no significa que debemos sentarnos y hacer los deberes con ellos. Aprovechar para que los niños aprendan el sentido de responsabilidad, la autonomía, la constancia 5. Y el último punto que os traemos en la educación de los hijos, es mantener una rutina y poner normas: Mantener una rutina clara, con horarios para levantarse, comenzar el día como si estuviéramos en clases presenciales, desayunar y vestirse para asistir a la clase.